Reflexiones Pandémicas

Pandemia es, aun dos años después, una palabra de moda, fastidiosa, genera miedo y desconfianza, los medios nos la repitieron millones de veces al día y así lograron aumentar el léxico de los imaginarios sociales. Aprendimos a vivir con la pandemia y ni siquiera sabemos de dónde salió y por qué salió.

Los mas pensantes nos dicen: para qué apareció esta pandemia en forma de un virus que la ciencia medica no tenia inventariado y nos han venido dando muchas respuestas a ese “para que” del virus covi19 (con minúscula):

Para equilibrar el cambio climático.
Para torpedear al capitalismo salvaje.
Para crear una “nueva sociedad”
Para cambiar los sistemas financieros
Para fortalecer el poder de China y sus aliados.
Para acabar con las generaciones “parasitas”
Para replantear la organización mundial
Para limpiar el aire
Para fortalecer la industria farmacéutica.
Etc. Etc. y muchas más respuestas eruditas y políticas, la gran mayoría.

Nos han cambiado los parámetros, de tal forma, que las cosas ya no dependen de lo que tu hagas, sino del algoritmo que indique que la curva se aplanó o sigue en riesgo. Es decir, tu vida depende del algoritmo.

Nos han cambiado la expresión del amor: no abraces, no beses, no toques al otro, no te acerques al otro.

Nos han cambiado la visión del prójimo: no son humanos, son posibles contagiados que me pueden infectar.

Nos quitaron el placer de dar la mano y nos la cambiaron por el puño disimulado que refuerza la agresividad oculta.

Nos están convenciendo que existe una GENERACION GUARDADA, es decir, nosotros los mayores de 70. Con el argumento que nos están cuidando, en realidad nos están callando, están generando el imaginario social que somos una carga “muy preciada que hay que cuidar” (frase ridícula de todos los medios) con lo cual buscan que la sociedad termine pidiendo a gritos una eutanasia generacional, pues si dejamos que nuestros viejos descansen en paz, el resto de la humanidad podrá seguir con su vida normal y todos los viejitos desde el cielo enviaremos bendiciones. (me incluyo).

La mayoría de gobiernos, quizás de buena fe, trataron de dar subsidios, créditos blandos, ayudas económicas a sus poblaciones, pero la insensibilidad y ambición de gran parte del sector financiero, ante las angustias de sus clientes, nos demostró que el Covi-19 que, ataca el sistema respiratorio del ciudadano de a pie, se introduce en el cerebro mercantilista del banquero de turno y exacerba sus instintos carroñeros.

La cuestión es: ¿en realidad hubo algo bueno con esa pandemia? O los medios de comunicación tienen toda la razón en sus alarmantes predicciones.

Pensamos que, sí, hay cosas muy buenas, pero debemos reflexionar un poco desde otros ángulos.

En primer lugar, dejemos de escribir covi19 con mayúscula. La mayúscula, en español, se usa para resaltar, es un signo de respeto, indica importancia, algo valioso de categoría. El coronavirus está muy lejos de este criterio y seguir dándole mayúscula a este virus es seguir fortaleciendo los miedos y desconfianzas que nos han implantado. Campaña uno: quitar esa mayúscula.

En segundo lugar, el virus no cambió ni el sistema financiero, ni el capitalismo salvaje, ni el cambio climático, ni los canales comerciales, ni nada de lo que dijeron los medios. Siempre cacareaban: ¿todo va a ser distinto cuando esto termine…distinto de qué? Un neurofisiólogo muy reconocido dice: a los cuatro meses de levantada la cuarentena todos seguirán portándose como antes, porque el cerebro humano tiene la gran capacidad del olvido. ¡En realidad, el virus no va a cambiar nada! Si nosotros no decidimos cambiar…todo seguirá igual. El cambio depende de cada uno, no del virus o de la pandemia. Campaña dos: el virus no cambia nada.

¿Cómo se puede generar el cambio en nosotros mismos?

Pues, dejemos el miedo a la pandemia y más bien digamos como aquel fraile de finales del siglo doce: Hermana pandemia, bienvenida, nos enseñaste muchas cosas buenas para nuestro crecimiento familiar y personal.

Nos enseñaste que el egoísmo, el individualismo que nos caracteriza, en especial a los occidentales y que el sistema pandémico manipulado nos pretendió reforzar, no es la solución para continuar viviendo. Es la cooperación, el pensar en el otro para ayudarlo, la solidaridad, esta es la única forma de salir avantes y fortalecidos.

Gracias Hermana pandemia, por enseñarnos cuanta fuerza tiene un beso, cuanta energía trasmite un abrazo, cuanta soledad se siente al alejarnos del otro. Estas costumbres que habíamos mecanizado y que utilizábamos sin consciencia alguna, tienen ahora un significado y una fuerza espiritual que no habíamos descubierto y que de ahora en adelante valoraremos en su verdadera intensidad.

Gracias Hermana pandemia por enseñarnos a vivir con el ahorro, grande o pequeño y a compartirlo con quien más lo necesita.

Gracias Hermana pandemia por hacernos entender que nuestra economía familiar depende de la racionalización del gasto y no de los créditos bancarios que se cerraron por arte de magia. Gracias por no dejarnos endeudar.

Gracias porque nos enseñaste que tenemos muchas habilidades, creatividad, innovación, respuestas para los problemas, que antes resolvíamos solo con la rutina del trabajo remunerado y sin dejar espacio a nuestra imaginación.

Gracias porque aprendimos que no hay ricos o pobres, solo seres humanos con un virus que los iguala.

Gracias porque nos has enseñado que la Generación Guardada es la memoria del futuro y no las añoranzas del pasado.

Gracias porque nos has enseñado paciencia.

Gracias Hermana pandemia porque nos has enseñado fortaleza en el futuro y agradecimiento por el pasado.

Gracias porque aprendimos, si nos tocó estar en un espacio reducido de un apartamento de la ciudad, que los limites no son las paredes, sino el tamaño de nuestros sueños.

Gracias por hacernos comprender cuanto amor divino tiene un amanecer y cuanta sabiduría un anochecer.

Gracias Hermana pandemia porque nos enseñaste que las redes y el internet sirven para causas nobles y para actualizarnos en cursos y conferencias de todo tipo.

Gracias por enseñarnos que vale más un médico que un gerente de banco.

Gracias por enseñarnos que ya no hay fronteras entre los países.

Gracias porque nos enseñaste que hay un tipo de pandemia mucho más peligrosa y mortal: la pandemia mental, que no permite que los pensamientos nobles salgan al mundo.

Faltan muchos agradecimientos que no alcanzamos por razón de espacio y solo nos resta uno final: Gracias Hermana pandemia por enseñarnos que para vivir solo necesitamos sentir y poco pensar.

 

 

Sopo, postpandemia 2022

Gustavo Palomino Gómez